"Me encanta el sonido de la flauta: es hermoso cuando lo escucho aproximarse desde lejos, y también cuando la tocan cerca y luego se aleja hasta volverse casi inaudible.
No hay nada tan encantador como un hombre que siempre lleva su flauta cuando va a caballo o a pie. A pesar de que porte su flauta oculta en su ropa y no la podamos ver, nos gusta saber que allí está.
Me gusta particularmente escuchar melodías familiares ejecutadas con flauta. También es agradable, al amanecer, ver que el caballero que nos ha visitado ha dejado una flauta cerca de nuestra almohada: de inmediato envía a un mensajero para buscar el instrumento y, tras ser devuelta cuiadosamente, se ve como una elegante carta de la mañana.
Una flauta de trece cañas es deliciosa cuando la oigo en un carruaje, bajo la clara luz de la luna. Por cierto que es voluminosa y difícil de tocar y hay que ver cómo se transforma la cara de quien la toca. Pero también pueden verse sin gracia con una flauta común.
El caramillo es un instrumento muy agudo, y el insecto otoñal que más se le asemeja es el grillo. Tiene un sonido terrible y fuerte, especialmente cuando lo ejecutan mal, y no es algo que una desee escuchar cerca. Recuerdo uno de los Festivales Especiales de Kamo, cuando los músicos todavía no habían llegado ante Su Majestad. Podía oír el sonido de sus flautas desde atrás de los árboles y estaba pensando lo delicioso que era cuando repentinamente se les unieron los caramillos. Se iban haciendo cada vez más agudos, hasta que todas las damas, incluso aquellas que estaban más esplendorosamente acicaladas, sintieron que sus cabellos se les ponían de punta. Entonces la procesión llegó ante el Emperador con todos los instrumentos de cuerda y de viento tocando magníficamente al unísono."
Sei Shônagon: "Makura no Sôshi", 120.
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